El humor como aliado
- Mercedes Castelló

- 3 nov
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 nov
Reírnos de nuestras verdades para mirarnos con más ternura.
¿Y si el primer paso hacia el autoconocimiento fuera aprender a reírnos un poco de nosotros mismos?.
Hace años que el Eneagrama llegó a mi vida. Vino de la mano de un ex-sacerdote jesuita, una persona que transmitía la pasión por comprender el alma humana.
Confieso que al principio no tenía mucha fe en esa herramienta que parecía querer definirme. Me tocaba una heridilla de las de niña: en mi casa, las etiquetas eran absurdamente cosa seria.
De pequeña, había una lógica aplastante en los juicios familiares: si A era de Virgo, y B (una tía percibida como exagerada, egoísta y poco ejemplar) también era de Virgo, entonces A = B. Sí, aplastante.
Con ese recuerdo a cuestas, llegué a mi primera clase de Eneagrama.
El profesor comenzó a describir un tipo de personalidad: "el que busca la paz". Mientras lo escuchaba, levanté la mano y dije entre risas: —Estoy casada con uno así.
El segundo comentario, (ese no lo dije en voz alta), si busca paz, que hace casado conmigo...
En pocas palabras, había puesto contenido a percepciones que yo tenía en mi convivencia cotidiana. Me ayudó a comprender actitudes y sus razones, no desde mi lógica, sino desde la construcción lógica del otro: cómo percibía un conflicto, cómo entendía el pertenecer, el hacer, el dar, el cariño...
Y fue en ese momento que me permití estudiarla más a fondo.
Desde entonces me he formado, y conocer el Eneagrama me ha llevado a ser facilitadora de La Akademia. Es un reto ofrecer una herramienta que desarma personalidad a jóvenes, y que los invite a mirarse sin juicio. Con el tiempo también ha cambiado mi manera de transmitir la información.
El Eneagrama nos ofrece un mapa, una forma de ampliar la mirada sobre nosotros mismos y sobre los otros. Pero hay algo más que he descubierto en estos años: el humor es un gran aliado.
El humor nos permite hablar con nuestro adulto, desestructurar y abrir la puerta al juego.
¿Hay algo más sano que reírnos de nuestras grandes verdades?...
La personalidad, al fin y al cabo, es solo una estructura defensiva. Y el Eneagrama la revela, la suaviza, la hace visible.
Cuando nos animamos a mirarla con ternura y humor, algo se ablanda.
La experiencia de trabajar con jóvenes me ha mostrado cómo esta herramienta los conecta con su esencia, con su niñez, con un saber, más del alma, que de la mente.
El humor es un maestro que nos sonríe, nos guiña el ojo y nos invita a no ser tan tajantes.
Nos invita a ser adultos más cariñosos con nosotros mismos: a bajar la exigencia, a disfrutar más, a encontrar paz, a acallar la cabeza, a cultivar el amor propio, a estar presentes y a dejar de ver la vida como una jungla.
Reírnos de nosotros mismos no es restarnos importancia.
Es darnos permiso para ser humanos: muy imperfectos, divertidos y muy auténticos.





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